Mitos y falsas creencias sobre el duelo
A lo largo de nuestras vida es inevitable enfrentarnos a la pérdida, y aunque la palabra “duelo” es más que conocida por todos, en cuanto llega, sigue siendo una experiencia abrumadora y que a menudo nos puede hacer sentir totalmente perdidos. Son varios los mitos que se relacionan con el duelo y que, en vez de ayudar a quien se encuentra en este proceso de elaborar una pérdida, le hacen sentir aún más dolor, culpa, frustración o impiden que este proceso avance de una manera adecuada y saludable.
Nos gustaría compartir con vosotros algunos de los mitos más comunes que giran alrededor del proceso de duelo e invitaros con ello a cambiar estas creencias poco adaptativas que solo contribuyen a dificultar esta experiencia.
El duelo se cierra cuando se consigue olvidar → Contrariamente a este mito, el duelo se cierra cuando aprendemos a vivir con esa pérdida, sin que genere dolor. Llegar a soportar la pérdida, como algo natural de la vida, no significa perder los recuerdos u olvidar aquello que teníamos, sinó que implica la capacidad de adaptarnos a una nueva realidad que se nos presenta después de la ausencia de algo o alguien querido y valioso. El vínculo con el objeto del duelo se transforma en algo diferente, pasando a ser una relación más íntima, que se mantiene justamente, a través de los recuerdos y pensamientos.
Cuando alguien pasa por un duelo necesita distraerse, hablar del tema es hacerle un daño innecesario → Esto va de la mano del mito número uno. Muchas personas que pasan por una etapa de duelo necesitan poder hablar de ello para elaborarlo. Habrá otras personas que prefieren no hacerlo (dependiendo de en qué fase o punto se encuentren). Aún así, proponer un espacio donde expresar libremente los sentimientos que acompañan este proceso es siempre de gran ayuda, nunca una molestia. Ofrecerse a hablar de la pérdida cuando la persona lo necesite y se sienta preparada, es una buena idea y será de gran ayuda.
El dolor desaparece cuando lo ignoras→ Ignorar las emociones que se derivan de un proceso de duelo, puede provocar que una pérdida no quede elaborada de forma adecuada, lo que se relaciona directamente con procesos de duelo dolorosos y complicados, e incluso en algunas ocasiones, cronificados. Bloquear el dolor puede dar lugar a lo que se conoce como un “duelo congelado”, el cual, por no haberse elaborado adecuadamente, reaparecerá repetidamente en el futuro, cada vez con una sintomatología más enquistada y confusa para la persona.
El duelo es el mismo para todos y sólo hay una única manera de elaborarlo → Existen una gran diversidad de factores que influyen en la elaboración de un duelo, tantos como personas, por esa razón no podemos hablar de un único duelo. Cada persona necesita un tiempo diferente y va a reaccionar también de manera diferente, según su historia de vida, su experiencia en duelos anteriores, su relación con el objeto perdido, y un largo etc. Es muy importante no imponer a la persona que está pasando un duelo lo que debe o no debe hacer.
El duelo siempre hace referencia a la muerte de un ser querido → Generalmente asociamos la pérdida a la muerte y, por lo tanto, a la pérdida de una persona física, querida y valiosa. A pesar de esta evidencia, el duelo puede referirse a varios tipos de pérdida, algunos de ellos externos (ejemplos: finalizar una relación romántica o de amistad, una separación, la pérdida de una posesión o del hogar, la pérdida de un trabajo, etc) y otros internos (ejemplos: pérdida de deseos, capacidades o características personales, posiciones o estatus, etc).
“Se fuerte” → Sentir tristeza y hablar de ello, no es un signo de debilidad, es una consecuencia normal y deseable en el proceso de duelo. Debemos dejar que nuestras emociones fluyan para sentir el apoyo y el calor de quienes quieren ayudarnos y que comprenden nuestro proceso. Es normal y está bien sentirse vulnerable ante la pérdida.
“Tienes que distraerte” → Hay momentos para distraerse del dolor y hay momentos para centrarse en él. Es importante que la persona que sufre una pérdida disponga de un tiempo para reflexionar y experimentar sus emociones, es decir, para contactar con su dolor. Ambos son necesarios.
El duelo dura un año → Como se trata de un proceso complejo y muy personal, el duelo tiene una duración muy variable según la persona que lo vive. Es cierto que se han descrito unas etapas que conforman este proceso y que se han establecido unos tiempos estimados para cada una de ellas, pero todos los expertos afirman que un duelo dura tanto como la persona necesite para elaborar la pérdida. Tratar de establecer un tiempo de duración es poco útil y no va ayudar a que la persona que lo padece pueda hacerlo de una manera más saludable.
El duelo es como una depresión → El duelo no es una enfermedad (aunque comparta síntomas con la depresión), sinó una respuesta natural y adaptativa de la persona ante un cambio. Aun así, cuando el duelo no se elabora adecuadamente, puede desarrollar problemas de salud mental.
El tiempo todo lo cura → El duelo es una respuesta adaptativa, es decir, no es un proceso que debamos superar; es algo con lo que aprendemos a vivir a medida que nos adaptamos e integramos paulatinamente a la ausencia del objeto perdido. Es importante recordar que el duelo es un proceso activo, en el que la persona es protagonista de su propio proceso. Es decir, va a ser la persona quien realice este proceso de adaptación con el paso del tiempo. Sin embargo, el tiempo, por sí solo, no cura (ni debe curar) nada.
El duelo es un proceso lineal, cuando termina, uno vuelve a la normalidad → El duelo es un proceso dinámico, con fases, pero sin que necesariamente todo el mundo pase por todas ellas ni en el mismo orden. Como proceso se trata de una transición, donde el objetivo es la adaptación no la recuperación. Cuando sufrimos una pérdida cada aspecto de la vida se ve modificada por la ausencia, y debemos aprender a integrar esta pérdida en la nueva normalidad que se nos plantea.